CONTROL MICROBIOLÓGICO
Para prevenir el ensuciamiento biológico se dosifican diversos biocidas, cuyo principio activo suele el cloro (hipoclorito sódico o dióxido de cloro) o el bromo (bromuro sódico activado con cloro). El problema en estos tratamientos es que el biocida utilizado se verterá disuelto en las aguas de purga en circuitos semiabiertos o en la corriente de refrigeración en circuitos abiertos, acabando con la vida biológica en el sistema de refrigeración, lo cual es deseable, pero también en el medio receptor del vertido, lo cual no es tan deseable. Altas concentraciones de biocida, del orden de 1 mg/l, resultan muy eficaces para la eliminación de especies biológicas, pero existen límites muy estrictos para la concentración de biocida que puede verterse. Lo habitual es realizar un dosificación continua del biocida, y cada cierto periodo (entre una y cuatro veces al día) realizar una dosificación de choque, elevando de forma brusca durante un corto periodo la concentración de biocida en el sistema. Además, las torres de refrigeración deben limpiarse en profundidad de forma periódica (suele ser habitual que la normativa obligue a hacerlo cada 6 meses), sobre todo a raíz de los problemas de salud pública causados por una bacteria que puede desarrollarse en estas torres, la legionella. Esta limpieza consiste generalmente en un aumento durante unas horas de biocida (del orden de 5 mg/l), con purgas cerradas. Antes de verter al cauce público el agua con esa alta concentración de biocida es necesario neutralizar el biocida con un agente reductor, (generalmente metabisulfito sódico), para adecuar la concentración a los máximos permitidos.